Andrea Pozzo, SJ (1642-1709)

Andrea Pozzo, uno de los grandes pintores del siglo XVII, estudió en el colegio de los jesuitas de Trento, hasta que su padre, viendo las capacidades de Andrea para las artes figurativas lo envió a estudiar a un taller de Milán. Allí pidió la entrada en la Compañía de Jesús (1665) y durante cuatro años simultaneó los trabajos artísticos con los de ayudante de cocina.

Sus primeros trabajos de los frescos de los colegios de Mondovi y Turín (1678) le consolidaron como un artista de primera línea. El P. General Oliva le encargó los frescos de las estancias de san Ignacio en Roma. Desde 1685 hasta 1694, trabajó en la “cúpula ilusionista” (falsa cúpula), ábside y bóveda de la iglesia de san Ignacio, probablemente su obra más relevante.

En una pintura de 17 metros de diámetro representó la apoteosis de san Ignacio donde logra unir el cielo y la tierra de manera que la gloria del fundador de la Compañía y la luz de Cristo sobre los cuatro continentes se integran de manera magistral. El conjunto incluye escenas de la vida de san Ignacio, de san Francisco Javier y de san Francisco de Borja. El modelo fue copiado para la decoración de otras iglesias jesuíticas en Italia, Austria y Alemania.

Pozzo trabajó también en la iglesia de los jesuitas de Viena (1702-ss) y por estos años diseñó, como arquitecto, los planos de las iglesias de san Francisco Javier (Trento) y san Bernardo y la iglesia de Jesús en Montepulciano. Decoró también el palacio de Liechtenstein, en Viena.

Sus conocimientos sobre perspectiva vieron la luz en una obra latino-italiana en dos volúmenes que fue traducida al inglés (1707), al francés, al alemán y al chino, y ya en el siglo XX al ruso: Perspectiva pictorum et architectorum in qua docetur modus expedittissimus delineandi… (Roma 1693-1698), conocida como Perspectiva de pintores y arquitectos. La obra está ilustrada con 118 grabados y dedicada al Emperador Leopoldo I de Austria