IA y Cloud: La Dependencia que Desafía a Europa
La concentración de infraestructura de IA en EE. UU. exige a la UE una respuesta regulatoria firme en materia de competencia y acceso al cómputo.
El reciente acuerdo estratégico entre OpenAI y Amazon Web Services (AWS), valorado en miles de millones de dólares, subraya la concentración crítica de recursos necesarios para el desarrollo y despliegue de modelos de Inteligencia Artificial de alto riesgo. Este tipo de alianzas evidencian que el acceso al poder de cómputo en la nube (cloud computing) se ha convertido en el cuello de botella y, por ende, en la palanca de control del ecosistema de IA global.
Esta dinámica plantea un serio interrogante sobre la Soberanía Tecnológica Europea. La Unión Europea, a través de normativas como el Reglamento de Inteligencia Artificial (AI Act), busca establecer estándares éticos y de seguridad universales. Sin embargo, si la infraestructura esencial —el hardware y el cloud— que sustenta los modelos fundacionales reside mayoritariamente fuera de su jurisdicción y está controlada por un número reducido de gatekeepers estadounidenses, la capacidad efectiva de la UE para hacer cumplir dichos estándares y fomentar la competencia interna se ve comprometida.
El Derecho de la Competencia y la política digital deben abordar este riesgo sistémico. La Comisión Europea tiene la tarea de evitar que el acceso a la capacidad de cómputo se convierta en una barrera de entrada insuperable para startups e investigadores europeos. La dependencia de terceros actores para la provisión de servicios cloud fundamentales amenaza la autonomía estratégica de la UE, especialmente en áreas consideradas críticas como la defensa, la sanidad o la administración pública.
La respuesta europea no debe limitarse a la regulación del producto (el algoritmo), sino que debe extenderse a la gobernanza de la infraestructura y al fomento de alternativas locales. De lo contrario, los esfuerzos por establecer un marco regulatorio riguroso como el AI Act podrían resultar insuficientes ante el control que ejercen sobre el mercado aquellos que poseen y operan la infraestructura de supercómputo.
El debate se centra, por tanto, en cómo garantizar el acceso justo, equitativo y transparente a los recursos de cloud esenciales para la IA, una tarea que redefine la noción de infraestructura crítica en el siglo XXI.
La eficacia del AI Act de la Unión Europea podría medirse, en última instancia, no por su exhaustividad en la regulación algorítmica, sino por su capacidad para mitigar la dependencia infraestructural que alimenta el poder de los gigantes tecnológicos.
Referencias
Te puede interesar
La concentración de infraestructura de IA en EE. UU. exige a la UE una respuesta regulatoria firme en materia de competencia y acceso al cómputo.
Indra concentra sus capacidades de IA, big data y ciberdefensa en una nueva división estratégica con alcance europeo.
Circle lanza su red Arc, respaldada por BlackRock, Visa y AWS, para consolidar un sistema financiero descentralizado pero regulado.
