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Culmina la segunda edición del programa Especialista en Administración de Bienes Eclesiásticos

En enero comenzará la tercera edición del programa especializado para administradores de bienes eclesiásticos

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2 de enero de 2024

Reproducimos la entrevista a D. David Alonso de Linaje (Caixabank) y el profesor Miguel Campo (director del programa) publicada en Religión Digital


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David Alonso Linaje y Miguel Campo sj., ante el nuevo postgrado de Especialista en Administración de los Bienes Eclesiásticos

«La principal obligación del ecónomo es administrar de un modo eficaz y eficiente (...). Su labor condiciona la credibilidad y misión de la Iglesia».

«Un ecónomo o ecónoma debe conocer con suficiente profundidad todo un abanico de campos para poder desempeñar su misión con profesionalidad y excelencia».

Postgrado de Especialista en Administración de los Bienes Eclesiásticos

Aproximadamente un 60% de los alumnos han sido clérigos, religiosos y religiosas, que o bien están ya desempeñando una labor en favor de sus instituciones (tanto del ámbito diocesano como del mundo de los institutos religiosos y sociedades de vida apostólica). El 40% restante han sido laicos que trabajan para instituciones religiosas o colaboran con ellas

02.01.2024 Jesús Bastante

"Los bienes temporales no son lo más importante en la Iglesia, pero la Iglesia los necesita para llevar a cabo su misión evangelizadora". En enero de 2024 arranca una nueva edición del postgrado de Especialista en Administración de los Bienes Eclesiásticos impartido en la Universidad Pontificia Comillas junto a Caixabank. Un proyecto que ya ha demostrado su fuerza y para el que todavía quedan plazas.

"El curso es exigente pero una vez superado, aporta a los posgraduados muchos conocimientos de materias muy variada", apunta David Alonso de Linaje, responsable de Instituciones Religiosas y Fundaciones CaixaBank Banca Privada. Por su parte, Miguel Campo, sj., vicedecano de la Facultad de Derecho Canónico, Director del Departamento de Derecho Canónico y Eclesiástico del Estado, director del postgrado, subraya que "necesitamos los bienes temporales, necesitamos que estos sean productivos y que sean gestionados de un modo plenamente alienado con el ser y la misión de la Iglesia".

Hablamos con ellos

DAVID ALONSO DE LINAJE

(Responsable de Instituciones Religiosas y Fundaciones CaixaBank Banca Privada)

¿Por qué es importante que los ecónomos y administradores de IIRR deben tener una formación de calidad para la gestión de los bienes eclesiásticos?

La complejidad de la administración de los bienes eclesiásticos resulta cada vez mayor por los elevados costes de mantenimiento de los religiosos, con cada vez más avanzada edad; por la falta de vocaciones; por el mantenimiento de los bienes inmuebles, algunos de ellos catalogados como bienes de interés cultural; y por la merma de religiosos en activo para dar continuidad a las misiones educativas, sociosanitarias o simplemente a la atención de los más desfavorecidos. Para poder dar respuesta a la situación actual es necesario optimizar el patrimonio y para ello, se requiere de conocimientos en el ámbito del derecho y de la economía que permita dar continuidad a la misión. Economía al Servicio del Carisma y de la Misión, dice en referencia a la formación (cf. 18), “Repensar la economía requiere habilidades y capacidades específicas… No es una tarea que se pueda delegar a otro, sino que atañe a la plena responsabilidad de cada persona (mensaje del Papa Francisco a los participantes en el segundo simposio internacional)”. “La creciente complejidad en la administración de los bienes ha ido acentuando la tendencia a eximirse de la propia responsabilidad y asignar o delegar estos temas solamente a algunos o incluso a una sola persona…”, (cf. 97), “Se debe cuidar atentamente la formación de los ecónomos y de los demás miembros de instituto que tengan encargos de responsabilidad en materia económica”.

Es por ello que la formación continua y de calidad es absolutamente necesaria para que los administradores y ecónomos no caigan en la tentación de delegar al 100% en actores externos por la falta de conocimientos. Por otro lado, la formación económica ha de estar muy presente para que el ecónomo o administrador sea conocedor de los riesgos, normativas y gestión económica y así comprender mejor a los profesionales externos.

De esta manera, se puede alcanzar el equilibrio entre la responsabilidad de las tareas de la gestión encomendada y el apoyo en profesionales expertos, en aras de una buena gestión y del principio de equilibrio.

Tras dos ediciones, en tu opinión, ¿Qué es lo que destacarías del Postgrado?

Lo que más me impresiona es ver cómo los alumnos se esfuerzan y la ilusión que ponen, a pesar de que la edad media supera con creces la del perfil de personas que se inscriben a un postgrado. A todo esto, cabe destacar que una mayoría son religiosas o religiosos, cuyos estudios universitarios distan mucho de las materias del programa (derecho y economía).

En palabras de los alumnos, el curso es exigente pero una vez superado, aporta a los posgraduados muchos conocimientos de materias muy variadas. Pero sobre todo destacan lo que en inglés se conoce como “networking”, que comúnmente se define como la capacidad de poder crear una red de contactos profesionales. A lo largo del curso, los estudiantes comparten experiencias en los casos prácticos que pueden ser de utilidad en la toma de decisiones de su institución y, tras un año intenso de trabajo y relación personal, se genera una comunidad en la que los estudiantes se apoyan entre ellos. En definitiva, generan unos lazos que, a futuro, serán muy útiles para solucionar problemáticas de distinta índole.  


MIGUEL CAMPO

(Vicedecano de la Facultad de Derecho Canónico, Director del Departamento de Derecho Canónico y Eclesiástico del Estado, Director del Curso «Especialista en Administración de Bienes Eclesiásticos)

¿Por qué surgió esta iniciativa?

Por mi experiencia, tanto desde la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia Comillas como, especialmente, como asesor en la Conferencia Española de Religiosos, he venido detectando la creciente complejidad de la labor de los ecónomos y ecónomas y en general de las personas a las que se encomienda la tarea de administrar los bienes temporales de las instituciones eclesiásticas. Las universidades de la Iglesia tienen una especial vocación de servicio a la Iglesia y a la sociedad, y desde esta vocación surgió esta oferta.

Además, en esta inquietud encontramos el apoyo decidido, desde el primer momento, de Caixabank, cuyos profesionales de instituciones religiosas están en estrecho contacto con las diócesis, los institutos religiosos y las sociedades de vida apostólica, y que habían detectado esta misma necesidad de una formación especializada para la compleja tarea, y delicada, de administrar los bienes temporales de la Iglesia.

¿Qué se busca ofrecer con esta formación?

El programa Especialista en Administración de Bienes Eclesiásticos busca ofrecer una formación especializada (y queremos que esta palabra “especialista” responda a la verdad de la ofrecido y conseguido) que ayude, bien a prepararse para poder desempeñar en las mejores condiciones la labor de administración de los bienes eclesiásticos, bien para actualizar y completar la formación de aquellos que ya lo vienen haciendo. El programa abarca toda una serie de materias necesarias para un óptimo desempeño de la tarea de administrar los bienes de la Iglesia: el derecho (civil) que establece el marco de las entidades eclesiásticas en el ordenamiento jurídico español, el marco canónico para la administración de bienes (fundamentalmente el Código de Derecho Canónico de 1983), el derecho patrimonial canónico, derecho civil (obligaciones, contratos, derechos reales, etc.), derecho inmobiliario, derecho laboral y de la Seguridad Social, derecho administrativo, dos grandes módulos de fiscalidad, contabilidad, interpretación de balances, y un sólido módulo de gestión de finanzas.

Como señala el canon 1284 la principal obligación del ecónomo es administrar de un modo eficaz y eficiente, conociendo el marco en el que se desarrolla su tarea de modo que no sobrevenga daño para la Iglesia por inobservancia de las leyes canónicas y civiles, y con un conocimiento exacto de los principios y criterios de la Iglesia en materia económica, puesto que esta labor condiciona la credibilidad y misión de la Iglesia.

 

Llevan ya dos ediciones. ¿Cuál ha sido el perfil del alumno?

Aproximadamente un 60% de los alumnos han sido clérigos, religiosos y religiosas, que o bien están ya desempeñando una labor en favor de sus instituciones (tanto del ámbito diocesano como del mundo de los institutos religiosos y sociedades de vida apostólica). El 40% restante han sido laicos que trabajan para instituciones religiosas o colaboran con ellas.

El contacto mutuo ha sido extraordinariamente enriquecedor y muy valorado por los alumnos.

Todos han valorado muy positivamente el aporte que les ha supuesto conocer mejor la Iglesia y las normas y orientaciones de esta para una buena administración de los bienes temporales, el peculiar marco legislativo civil en el que las instituciones religiosas llevan a cabo su labor (con numerosas singularidades que las diferencian de otras entidades civiles y mercantiles) y las mejores técnicas de gestión económica y administrativa.

Para ello hemos contado, además de un alumnado motivado y trabajador, con los mejores profesores de la Universidad (vinculados al mundo del ejercicio profesional) y del primer banco de nuestro país, Caixabank.

Dentro del programa se han desarrollado dos jornadas de formación con notable éxito de asistencia. ¿Qué buscan con esas jornadas?

El programa nació con la aspiración de ser, además de una oportunidad de formación altamente especializada, un foro de encuentro entre todas las personas que se dedican en la Iglesia a esta tarea. Hemos buscado traer a excelentes profesionales que han ofrecido valiosas aportaciones para la labor de los ecónomos, siempre a la escucha de las demandas de los administradores. Cuestiones como las orientaciones de la Santa Sede para una buena y bien orientada administración de bienes, el patrimonio estable de las personas jurídicas públicas o la cuestión de la gestión del patrimonio inmobiliario, de extraordinaria actualidad, han sido objeto de estudio en estas jornadas.

¿Es precisa una formación previa en derecho o economía para poder acceder al programa?

No, basta con tener acceso a la universidad y un claro compromiso de estudio y esfuerzo. El programa está diseñado en modalidad semipresencial, de modo que se pueda seguir por las personas que ya actualmente están desempeñando esta tarea de servicio a la Iglesia. Supone un esfuerzo, es la verdad, porque deseamos que al final del curso se pueda decir que realmente ha capacitado a los alumnos para ser verdaderos especialistas, pero se puede cursar, y la experiencia así lo demuestra, por personas muy ocupadas y además con compromisos familiares en el caso de los laicos.

Los bienes temporales no son lo más importante en la Iglesia, pero la Iglesia los necesita para llevar a cabo su misión evangelizadora

 

Una última pregunta. ¿Por qué crees que es importante que las instituciones apuesten por una formación especializada de este tipo?

Porque la labor de administración de los bienes de la Iglesia es no solo especialmente delicada y estratégica para la Iglesia, sino porque es extraordinariamente compleja. Un ecónomo o ecónoma debe conocer con suficiente profundidad todo un abanico de campos para poder desempeñar su misión con profesionalidad y excelencia. Incluso para poder acudir a asesores externos es preciso un suficiente grado de conocimiento que ayude al profesional, religioso o laico, a discernir y decidir con criterio (eclesial, económico, jurídico, etc.).

Los bienes temporales no son lo más importante en la Iglesia, pero la Iglesia los necesita para llevar a cabo su misión evangelizadora. Es una tarea que, si se hace bien, no se debe notar más allá de cumplir su misión de dotar de recursos a la Iglesia para su misión (de un modo eficaz y evangélico), pero que mal realizada puede ocasionar un daño muy notable no solo a las instituciones que se van a ver mermadas en sus medios para la misión, sino que puede dañar a todo el Pueblo de Dios por mermar la credibilidad de la Iglesia.

Creo que se trata de una oferta y una apuesta estratégica, diría casi que vital, para nuestras instituciones, que necesitan gestores bien capacitados (clérigos, religiosos y religiosas, laicos) para esta misión. Necesitamos los bienes temporales, necesitamos que estos sean productivos y que sean gestionados de un modo plenamente alienado con el ser y la misión de la Iglesia.

 



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