¿Cómo afectan los ultraprocesados a tu salud?
En los últimos años, el consumo de alimentos ultraprocesados ha aumentado de manera alarmante en Europa.
Estos productos, elaborados a partir de ingredientes industriales y aditivos artificiales, han sido vinculados con diversas enfermedades crónicas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y múltiples estudios científicos advierten sobre los peligros de su consumo excesivo, lo que ha generado preocupación en los ámbitos de la salud pública y la nutrición.
¿Qué son los alimentos ultraprocesados?
Los alimentos ultraprocesados son productos industrializados que contienen pocos o ningún ingrediente natural y que han pasado por múltiples procesos de fabricación. Entre sus características principales se encuentran la presencia de aditivos, conservantes, saborizantes, colorantes y edulcorantes artificiales.
Ejemplos comunes incluyen refrescos, galletas, cereales azucarados, snacks, comidas listas para el consumo y embutidos industriales.
El consumo de ultraprocesados en España
En España, el consumo de alimentos ultraprocesados ha aumentado en las últimas décadas, representando una parte significativa de la dieta de la población. Estos productos constituyen aproximadamente el 25-30% de la ingesta calórica diaria en muchos hogares.
Factores como la disponibilidad de comida rápida, la publicidad y el ritmo de vida acelerado han impulsado este crecimiento. Además, se ha observado una mayor prevalencia de obesidad y enfermedades metabólicas asociadas con el consumo frecuente de estos productos.
Aditivos y sustancias perjudiciales en los ultraprocesados
Muchos alimentos ultraprocesados contienen aditivos que pueden tener efectos negativos en la salud. Algunos de los más preocupantes incluyen:
- Nitritos y nitratos (E249-E252): presentes en embutidos y carnes procesadas, están relacionados con un mayor riesgo de cáncer colorrectal.
- BHA y BHT (E320-E321): antioxidantes sintéticos que pueden actuar como disruptores endocrinos y están bajo sospecha de ser cancerígenos.
- Glutamato monosódico (E621 - MSG): potenciador del sabor asociado con dolores de cabeza, palpitaciones y posibles efectos neurotóxicos.
- Tartrazina (E102) y Rojo allura (E129): colorantes artificiales que pueden provocar hiperactividad en niños y reacciones alérgicas.
- Aspartamo (E951) y Ciclamato (E952): edulcorantes artificiales controvertidos por sus posibles efectos neurotóxicos y relación con el cáncer en estudios animales.
Riesgos para la salud
Numerosas investigaciones han vinculado el consumo de alimentos ultraprocesados con problemas de salud como:
- Obesidad y enfermedades metabólicas: estos productos suelen ser ricos en grasas saturadas, azúcares añadidos y sodio, lo que favorece el desarrollo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
- Mayor riesgo de cáncer: un estudio del British Medical Journal (BMJ) encontró que un aumento del 10% en la ingesta de ultraprocesados está asociado con un 12% más de riesgo de desarrollar cáncer.
- Impacto negativo en el microbiota intestinal: los aditivos y conservantes pueden alterar la flora intestinal, debilitando el sistema inmunológico y favoreciendo enfermedades inflamatorias.
- Trastornos psicológicos: se ha demostrado que el consumo frecuente de estos productos está relacionado con mayor riesgo de depresión y ansiedad debido a su impacto en la inflamación y en los niveles de serotonina. Además de desarrollar una vinculación negativa con la comida.
Cómo evitar los alimentos ultraprocesados
Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados no solo es posible, sino que también es clave para mejorar la salud.
Algunas estrategias efectivas incluyen:
- Leer las etiquetas: evitar productos con largas listas de ingredientes artificiales, nombres difíciles de pronunciar o altos en azúcares y grasas trans. La escala Nutri Score nos puede ayudar, pero debemos de ser críticos en su lectura, ya que no siempre nos da recomendaciones coherentes.
- Priorizar alimentos frescos y naturales: optar por frutas, verduras, carnes magras, legumbres y cereales integrales.
- Cocinar en casa: preparar las comidas desde cero permite un mayor control sobre los ingredientes y la calidad nutricional.
- Reducir el consumo de bebidas azucaradas: reemplazarlas con agua, infusiones, zumos naturales con limitación.
- Elegir snacks saludables: frutos secos, yogur natural, hummus con vegetales o fruta son alternativas nutritivas y satisfactorias. Nos aportaran altos contenidos de fibra y de nutrientes de gran calidad.
- Ser críticos con el marketing alimentario: muchos productos se presentan como saludables, pero contienen ingredientes poco beneficiosos
El consumo de alimentos ultraprocesados en Europa representa una amenaza significativa para la salud pública. Su impacto en la obesidad, las enfermedades crónicas y la salud mental hace urgente la adopción de estrategias tanto individuales como gubernamentales para disminuir su ingesta.
Apostar por una alimentación basada en productos frescos y naturales, junto con políticas que regulen el acceso y la promoción de estos productos, es esencial para mejorar la calidad de vida de la población. La educación y la conciencia colectiva son herramientas fundamentales para frenar esta tendencia y promover hábitos alimenticios más saludables en toda Europa
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