El Proyecto de Aprendizaje-Servicio de Comillas Solidaria continúa evolucionando con una nueva propuesta vinculada a la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (ICADE), y en concreto a la Cátedra de Ética Económica y Empresarial, en la que se inscribe. La Consultoría Social Empresarial ICADE conjuga formación, acción y reflexión, para que los alumnos pongan en práctica los conocimientos adquiridos en clase y lo hagan con un compromiso social.
"Somos consultores, nos han contratado para un trabajo y tenemos la responsabilidad de que salga adelante", decía Carlos Ballesteros durante la presentación del proyecto a los alumnos, porque aunque los estudiantes cuentan con un tutor que les guía, el trabajo y la obligación son suyos. Ballesteros, que ha sido nombrado Director de la Consultoría Social Empresarial ICADE, define la iniciativa como "unas prácticas con contenido social". Práctica, compromiso social, formación y reflexión son los componentes fundamentales de este programa, que pretende despertar entre los alumnos la sensibilidad social y fomentar el desarrollo de capacidades en contextos de diversidad, que pueden ser muy útiles para sus futuras capacidades directivas.
Este formato de prácticas solidarias se articula en dos ámbitos: por un lado, la propia consultoría de la que se benefician oenegés y empresas del tercer sector; por otro, una escuela ambulante de economía que llevará los conceptos básicos de la economía a audiencias poco habituadas. "Nos están pidiendo trabajos muy prácticos ―dice David Armisén de Comillas Solidaria―, no solo piden buenas ideas, también quieren buenas manos".
Como experiencia piloto, durante el curso pasado un grupo de estudiantes desarrolló un proyecto para la empresa de inserción de la Fundación Amoverse, promovida por la Compañía de Jesús. Trabajaron estrechamente con el personal de la fundación para la creación de un plan de viabilidad, el plan de negocio necesario para obtener la calificación como empresa de inserción. En una primera fase, los esfuerzos se dedicaron a poner nombre a las necesidades y centrar la cuestión, lo que no fue fácil ya que había que interpretar una petición formal desde dos momentos incipientes pero diferenciados, el de la empresa y el del grupo de consultoría. "Todos estábamos empezando a crear algo nuevo, cada uno desde nuestro ámbito. Hubo mucho diálogo e intercambio de preguntas y respuestas. Desde ese momento las sesiones de trabajo estaban aterrizadas en el proyecto en sí, y cada vez requerían más trabajo de ejecución", relata Francisco Ángel, SJ, Gerente de Amoverse.
Trabajo real
"Nunca me había enfrentado a un proyecto así, porque tuvimos que exponer el régimen jurídico a personas que solo poseían conocimientos básicos sobre el tema. Aprendimos mucho y, además, pudimos hacer que los demás aprendieran acercándoles el contenido de la ley que, lamentablemente, muchas veces no es muy accesible para las personas a las que está dirigida", cuenta Rocío Trillo, participante en la iniciativa. Además, destaca lo novedoso de intervenir en un proyecto "con tanto impacto en el mundo real", lo que les permitió "salir de la dinámica universitaria más centrada en lo teórico".
Para Débora Salán, uno de los grandes aprendizajes ha sido observar de cerca la responsabilidad individual que lleva aparejada un trabajo como este. "En nuestro caso, lo que cada uno aportaba era usado por el grupo, por lo que era muy importante cerciorarse de que el contenido fuese el correcto, ya que, sino, el proyecto de Amoverse se vería perjudicado". Su valoración es muy positiva: "Ha sido mucho trabajo pero ha merecido la pena, ¡incluso los responsables de la Comunidad de Madrid nos han felicitado!"
En efecto, Santiago Pérez Minnocci, de la Subdirección General de Integración Laboral de la Comunidad de Madrid, que ha asesorado y atendido a Amoverse en todo el proceso de la creación y solicitud de calificación de la empresa de inserción, ha valorado muy positivamente el plan de viabilidad realizado por los alumnos de la consultoría social. "Desde un principio le comentamos quien nos iba a ayudar con el plan de negocio, nos hemos entrevistado conjuntamente varias veces y él ha mostrado mucho interés en que este tipo de colaboraciones se pudieran extender a otras empresas de inserción e iniciativas de economía social", explica Ángel. "A nosotros nos ha servido para darnos cuenta de la importancia del proyecto. Esto no se trataba de un trabajo más de clase, sino que era un documento oficial que tenía que pasar un departamento técnico de la Comunidad de Madrid", asegura Jaime Lombana, otro participante en el proyecto para quien las reuniones con los responsables de la aprobación han sido muy motivadoras.
Lombana no duda en animar a los alumnos de la facultad para que participen en la consultoría, y puedan "vivir una experiencia única". "Este proyecto es una manera de comprometerse con la sociedad en la que vivimos. En relación con esto, me viene a la cabeza una cita que he escuchado innumerables veces en Comillas Solidaria: 'Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad'". "Ojalá que esta experiencia pionera se convierta en un proyecto de continuidad gracias al apoyo del alumnado, ya que la universidad pone todos los medios posibles para que se consiga", reclama.